¡Cocorico! Así te levantas en Costa Rica. Es tan diferente despertarse con la mezcla de cantos de los pájaros exóticos, los monos locos y los perros en todas partes, que pertenecen a nadie y todos, ¡que se convierte en una sinfónica única! Todo pasó muy rápidamente a mi llegado y, por consecuencia, fue mucha adaptación esta semana.
Por suerte, en el primer día de escuela, nos dan una visita de Tamarindo, durante la cual huele nombres de platos dulces y picantes del pueblo lleno de vida. También tomamos todos los nuevos una bebida juntos con el atardecer en la playa. ¡Me permitió descubrir a estudiantes simpáticos de los Países bajos, Suecia, Bélgica y Francia! Imagine que, con el cielo y mi cóctel del mismo color y mis pies en el agua, era mágico este momento.
También ya me fue a descubrir playa grande con dos chicas de Francia y una de Quebec que todas llegaron hace semanas. Su viento fresco en mi pelo, arena caliente sobre las pies y tranquilidad apacible en comparación a playa Tamarindo, invadido de turistas, me sedujeron rápidamente. ¡Pero si, incluyó aventura puesto que, para accederla, es necesario atravesar a un corriente de agua conocido por hospedar a cocodrilos! Por 1000 colones costarricenses ($3USD), se toma un bote, pues, ¡diría rock and roll! Prefiero eso a servir de merienda a un animal hambriento…
Finalmente, participé en una actividad de la escuela que era de pintar. Los colores vibrantes y risas estruendosas me trajeron por un momento en mi casa, realizando arte por el simple placer de hacerlo. Terminando a esta primera semana, realicé la envergadura de la Pura Vida acá. Esencialmente, ¡vivir día a día en tratando no morir comido por un cocodrilo! La próxima semana me esperan surfeo exaltador y mercaditos llenos de productos artesanales locales.





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